En cada ser humano existe una especie de lucha entre el bien y el mal, lo que es muy bien representado en ciertos comics en donde un personaje aparece con un ángel y un diablillo, cada uno ocupando un lado de su cabeza, mientras uno le incita a realizar cosas perjudiciales, el otro le invita a actuar correctamente.
Algunos consideran que esa situación conflictiva interna está regulada por la conciencia, la que a su vez es tan flexible o rígida acorde a la formación que hayamos recibido, a nuestras creencias, e incluso fundamentada en nuestras culturas. Lo cierto es que nadie escapa a esas vocecillas que te llevan por un camino u otro.
Nadie es bueno del todo, o absolutamente malo. No obstante, tenemos que usar a favor esa capacidad de razonamiento que tenemos, para poder discernir lo que debemos hacer y lo que tendremos que evitar. Hay que pensar en las consecuencias de nuestras decisiones, más aún de nuestras acciones, ya que todo trae consecuencias y hemos de asumir lo que desencadene ese proceder.
Por otro lado está la experiencia propia o cosas que le han ocurrido a otros, lo interesante es analizar lo que típicamente suele suceder si actuamos de una manera determinada, y esto es lo que ha pretendido recoger ciertos refranes en relación a la avaricia. Bien sea lo que nos puede acontecer si incurrimos en ella o para tener una noción de cómo nos verán otros si nos caracterizamos por ese tipo de actitud.
Nadie dice que seamos derrochadores, o que no tengamos control de lo que hacemos con nuestros bienes e ingresos, pero que la avaricia no nos domine, porque al final no disfrutaremos a plenitud de esa fortuna, y seguramente provocaremos o agravemos la desdicha de otros.
A continuación algunos refranes que nos hablan de la avaricia:
- “Quien todo lo quiere, todo lo pierde”: a veces por acaparar indebidamente cosas se dañan o estropean, por lo tanto, ni siquiera le sirva al dueño.
- “Piensa el avariento que gasta por uno, y gasta por ciento”: suele suceder que por no gastar lo necesario, al final se tenga que incurrir en un desembolso mayor.
- “La codicia rompe el saco”: cuando no se sabe cuándo detenerse por la ambición de tener más y más, puede llegar un momento en el cual se pierda lo que se haya logrado. Esto sucede mucho con la gente que apuesta sin control.
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